Andaba yo buscando una crema
de queso en condiciones, que fuese bien consistente y firme, y así sirviese no
solo para rellenar tartas, sino también para cubrirlas y decorarlas. La que
solía hacer consistía en montar la nata y después añadirle el queso
(normalmente mascarpone) con movimientos envolventes teniendo cuidado para que
la nata no bajase de volumen. Pero nada, lo que al final conseguía era una “crema”
bastante líquida y, por lo tanto, nada consistente.
Pero por fin he encontrado la
manera de hacerla extra firme
utilizando los mismos ingredientes, sin añadir ni estabilizantes ni gelatinas
ni nada por el estilo.
El truco está en añadir el
queso bien frío cuando todavía la nata no está montada, pero sí ha cogido un
poco de espesor, algo así como “semi-montada”. Por supuesto la nata también
debe estar muy fría.
Hay que tener cuidado en no
pasarse de montar. Hay que parar de batir cuando las varillas formen surcos en
la crema, que además se ven casi amarillentos. Además, se escucha un ruidito
curioso cuando está en su punto, algo así como chof chof chof… jajaja es verdad!
Ese es el punto exacto para dejar de batir.
He hecho un vídeo para que
veáis cómo la hice y cómo queda, espero que os guste! J
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